viernes, 26 de septiembre de 2014

¿Eres consciente de tu estrés?

Es curioso como los sucesos de nuestra vida van relacionándose y encajando como si fueran simples piezas de un rompecabezas. Y es que hace unos días, fui a ver “Relatos salvajes”, una película en la cual se muestra, a través de seis historias tragicómicas diferentes, como todos podemos perder el control. Dos días después, terminé de leer el libro “Conciencia” del escritor Osho y hoy vi un video de neurociencias sobre el "Estrés".

A esta altura, usted estará preguntándose cómo es que encajan estas tres piezas del rompecabezas: una película argentina de comedia negra, las palabras de un maestro espiritual indio y los últimos descubrimientos de las neurociencias.

¿Cómo se vincula la investigación científica del estrés con la conciencia y con esos “Relatos salvajes”?

Según Sonia Lupien, neurocientífica de McGill University, “el mejor método de lidiar con el estrés se basa en conocerlo bien.”
“Conocerlo bien” implica no sólo saber cuáles son las causas que deben presentarse para que aparezca el estrés, sino también poder reconocer cuáles son los efectos que tiene sobre nosotros.

Por lo general, nos damos cuenta de que estamos estresados cuando pareciera ser… demasiado tarde. Esto ocurre con las historias de la película, donde los personajes pierden el control cuando se enfrentan a distintas circunstancias de la vida.
En mi opinión, nos sentimos identificados con los relatos (aunque no lo reconozcamos) y, por algo será, que esta película tiene tan buenas críticas. Si bien, muchos de nosotros nunca hemos reaccionado así (por suerte), no podemos negar que ante ciertas circunstancias sentimos como si “explotáramos de ira”.
Este enojo repentino, que puede presentarse ante una mínima situación, es la última fase del estrés. Pero entonces… ¿Cómo hacemos para darnos cuenta antes de que sea demasiado tarde?

La Dra. Lupien explica que las dos primeras fases del estrés son:
  1. Problemas de digestión: dolores de estómago, descompostura, etc.
  2. Exceso en el consumo de ciertos alimentos o sustancias: fumar, beber alcohol o comer alimentos con azúcar, en abundancia.
Entonces, según las creencias occidentales y las últimas investigaciones del cerebro, tenemos que empezar a prestar más atención a las señales que nos va dando nuestro cuerpo, antes de que sea demasiado tarde y lleguemos a tener un estrés… crónico.

Esto no es ningún “descubrimiento” para el otro lado del globo terráqueo (Oriente) quienes ya, hace varios años, creen en la necesidad de la observación de lo que pasa por la mente humana.
Osho, una de las personas más influyentes en la India, afirma que sufrimos porque somos inconscientes de lo que sentimos, pensamos y hacemos, y que la forma más fácil de salir de este sufrimiento es encontrar algo que nos deje aún más inconscientes, más insensibles. El autor da el ejemplo de la droga y lo compara con el estado de furia total al cual llega un homicida que niega haber matado a alguien. Esta persona no era consciente de lo que hacía, simplemente porque estaba intoxicado por su propia ira. Es por esto que Osho dice que: “el primer paso hacia la consciencia es prestarle mucha atención a tu cuerpo.”

Entonces pareciera…
  • Que lo que decimos no es nada nuevo,
  • Que “conócete a ti mismo” es una frase tan vieja que ya la hemos olvidado,
  • Que el “autoconocimiento” es una habilidad de la inteligencia emocional tan nueva que pareciera ser desconocida,
  • Que un “relato salvaje” puede ser el resultado trágico del estrés cotidiano,  
  • Que al final, vivamos aquí o allá, hay que prestarle atención a nuestra mente, pero sin olvidarnos de nuestro cuerpo,
  • Que al fin y al cabo…

“Si estás consciente no necesitas controlar la ira,
porque estando consciente la ira nunca surge”
Osho

viernes, 18 de julio de 2014

El porqué de “Comunicar con Inteligencia”

La comunicación es una habilidad que hemos dejado en un segundo plano en nuestras vidas. Dado que nuestras primeras palabras fueron emitidas hace muchos años y como aprendimos a hablar casi sin darnos cuenta, creemos que la comunicación es algo que ya tenemos simplemente… incorporado. Sin embargo, hoy quisiera que pensemos en que “cualquiera puede aprender a hablar pero pocos aprenden realmente a comunicarse”.
 
Comunicar va mucho más allá de abrir la boca para emitir palabras. Actualmente, tanto en el entorno organizacional como en el educativo, la comunicación ha empezado a tener un papel relevante. Y es que tanto líderes como docentes, se han dado cuenta de que con el solo hecho de hablar, no motivan a un grupo, no enseñan a un alumno, no resuelven conflictos.
 
Niklas Luhmann (sociólogo) y Paulo Freire (pedagogo) critican el paradigma tradicional de la comunicación desde distintas ópticas, pero ambos coinciden en que el emisor no da el mensaje o no transfiere un conocimiento que posee a un receptor, que lo recibe y lo incorpora tal cual como se emitió. Si fuera así de sencillo, los alumnos aprenderían rápidamente lo que el docente explica, los empleados harían las tareas como se las piden sus jefes, las parejas no tendrían malos entendidos, etc. Desde ese mundo ideal a la realidad, hay un gran paso.
 
Comunicar implica transmitir mensajes claros y convincentes en un marco de respeto mutuo y para ello se requiere inteligencia. Y cuando hablamos de inteligencia, no solo nos referimos al coeficiente intelectual sino también a la inteligencia emocional. Es por esto que necesitamos desarrollar algunas de las habilidades que detallo a continuación (la primera y la segunda fueron explicadas en otros  posts)
  1. Comprender las propias emociones y regularlas: ser conscientes y no prisioneros de nuestros estados de ánimo y sentimientos (autoconocimiento y autocontrol).
  2. Percibir e interpretar las emociones de los demás: entender y comprender los sentimientos y perspectivas del otro (empatía y atención).
  3. Dedicar tiempo a la comunicación presencial: a pesar de que las nuevas tecnologías pueden acortar distancias, mantener una conversación cara a cara sigue siendo, en muchos casos, la mejor opción. 
  4. Escuchar activamente: prestar atención a lo que el otro dice no solo con palabras, sino también con el lenguaje no verbal.
  5. Enfrentar conversaciones difíciles: evitarlas o aplazarlas puede traer consecuencias desagradables.
Para mejorar nuestra comunicación, tenemos que ser coherentes con dos de las dimensiones que implica. Por un lado, la intrapersonal, son los diálogos que tenemos con nosotros mismos, nuestros pensamientos, emociones, sentimientos y percepciones. Por otro lado, la interpersonal, son las conversaciones que mantenemos con otros.
Pareciera sencillo ser congruentes en la comunicación pero, ¿Cuántas veces…?
  • nos sentimos de una determinada manera y no sabemos porqué
  • pensamos de una forma y actuamos de otra
  • nos decimos y creemos una frase que nos limita
  • nos dejamos llevar por el impulso al momento de hablar
  • decimos cosas sin pensar
El desafío que tenemos es: ser coherentes entre lo que pensamos, hacemos, sentimos y decimos (tanto a nosotros mismos, como a los demás). 
 
“Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras.
Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos.
Cuida tus actos, porque se convertirán en tus hábitos.
Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino.”
(M. Gandhi)
Por lo tanto…
Piensa antes de hablar
Di lo que sientes con sinceridad
Actúa en función de lo que dices
Escucha a los demás y
Habla solo cuando lo creas necesario.
Entonces…
¿Utilizas tu inteligencia para comunicarte?

 

martes, 3 de junio de 2014

¿Qué coeficiente de Empatía tienes?

La Empatía es la capacidad de entender las emociones de los otros. Para ello, se necesita comprender y controlar las propias (Las Emociones: La Clave del Éxito)

Diversas investigaciones en neurociencias, han descubierto que las neuronas espejo son las que nos hacen sentir como propias ciertas emociones de los demás. Es decir, la empatía tendría su fundamento en estas neuronas que se encuentran en distintas partes del cerebro.

“Te entiendo pero no te comprendo”, sería la frase que decimos cuando entendemos lo que nos dice la otra persona, pero no podemos comprender su actuación y sus emociones. Entendemos la situación, pero sin embargo seguimos pensando en que debería actuar de manera diferente.

Un ejemplo de una persona con bajo nivel de empatía es Nick Marshall, interpretado por Mel Gibson en la película “Lo que ellas quieren”. Nick era un publicista exitoso que no podía comprender a las mujeres y debido a un accidente hogareño, comienza a “escuchar” lo que ellas piensan. Esto hace que se convierta en un hombre más empático y por ende, mejoran completamente sus relaciones personales y profesionales.

En el lenguaje coloquial, a esto lo llamaríamos “ponerse en los zapatos del otro.” Entonces, si queremos desarrollar nuestra empatía, tenemos que poner en práctica las siguientes habilidades:
  • Aceptar la forma de actuar de los demás.
  • Reconocer que la otra persona tiene características personales, valores y creencias diferentes.
  • Comprender que las decisiones que toma, tal vez, son las mejores para SU vida.
  • No juzgar sus actos.
  • No aconsejar (si no nos piden consejo).
  • Apoyar sus opiniones (no significa estar de acuerdo).
  • No creer que nuestra solución es la única alternativa válida para el problema del otro.
  • Pensar qué tal vez nosotros haríamos lo mismo si estuviéramos en su lugar.

Según S. Serrano,

“La empatía representa la habilidad sensitiva de una persona
para ver el mundo a través de la perspectiva del otro”

Como hemos analizado en otro post (Dos Interpretacionesde la Atención), cada uno de nosotros tenemos una interpretación distinta de la realidad porque cada uno la percibe de manera diferente. Es decir para ver el mundo a través de la perspectiva del otro, tendríamos que ver lo que ven sus ojos, escuchar lo que oyen sus oídos, sentir lo que le dice su corazón…

Porque quién realmente actúa con empatía tiene la capacidad no solo de entender,
sino también de comprender las emociones del otro.

Bruno Arpaia, escritor italiano, que tuve el gusto de escuchar, dijo “el cerebro contextualiza de donde vienen las imágenes”. Esto lo interpreto como una limitación de las neuronas espejo, es decir, cuando nos ponemos realmente en el lugar del otro, nos creemos la historia como si fuera nuestra, y ahí nuestro cerebro crea un contexto alrededor de ella, que hace que se confunda nuestra realidad con la del otro.

Comienzo a sentir…

que los avances en neurociencias están empezando a demostrar todas las limitaciones que tenemos como personas.

Por suerte nuestra empatía no se mide con un coeficiente, sino daría miedo ver que tan ignorantes podemos llegar a ser…

viernes, 14 de febrero de 2014

El Amor como Motivación (Laboral)

En el último post (Las Emociones: La Clave del Éxito) escribí sobre dos de las aptitudes de la inteligencia emocional: autoconocimiento y autorregulación. Hoy desarrollaré la tercera: la Motivación.

El principal motor de la motivación laboral es el amor. Cuando amamos lo que hacemos, estamos motivados, disfrutamos cada momento, el tiempo transcurre deprisa y podemos trabajar horas sin parar. ¿El secreto? El amor... ese trabajo no nos aburre, no nos cansa, no nos agobia, simplemente nos APASIONA.

“Escoge un trabajo que ames y no tendrás que trabajar ni un solo día” (Confucio)

Como hoy es San Valentín y mi post se trata sobre motivación y amor, armé una cortita presentación interactiva relacionando ambos conceptos.


El siguiente "conjunto matemático" indica que el propósito que tienes en la vida profesional es la intersección entre lo que amas, lo que haces bien, lo que el mundo necesita y por lo que te van a pagar.


Pareciera muy sencillo… Pero la realidad nos demuestra, algunas causas por las cuales no podemos situarnos en esa área del gráfico: o nos pagan por hacer un trabajo que no nos gusta, o amamos hacer cosas que no nos reditúan, o somos buenos haciendo algo que no le sirve a nadie, entre otras.



¿Se sintió o se siente identificado con la siguiente imagen?
 


Creo que todos, alguna vez, nos hemos sentido así. O bien ejercemos una profesión que no nos gusta “para poder darnos nuestros gustos”. O bien, trabajamos de lo que queremos por un escaso sueldo.


¿Cómo puedes salir de esa encrucijada? Arriesgándote.


 Algunos consejos:


  • Busca hacer lo que amas. Si aún no sabes lo que es, prueba!
  • Realiza trabajos sociales o simplemente, ad-honorem.
  • Ayuda a un amigo en un emprendimiento.
  • Empieza trabajos que no sabes si te irán a gustar.
  • Estudia algo distinto.
  • Conoce lugares diferentes.
  • Rodéate de personas con gustos diversos.
  • Cuéntales que es lo que te apasiona (aunque no te dediques a eso)
Nadie mejor que Steve Jobs para explicarnos cuál es la clave…


Si actualmente no estás en la zona del propósito y tuvieras que elegir estar en un conjunto ¿en cuál preferirías situarte? Yo, hace no mucho tiempo, decidí comenzar por hacer lo que amo. Como me gustaba, estudié, practiqué y empecé a hacerlo cada vez mejor. “El mundo” se dio cuenta que necesitaba lo que yo amaba y sabía hacer y, de repente, empezaron a pagarme. Así fue mi historia con la docencia y pienso seguir ese mismo camino con otros trabajos que amo hacer.

 

Entonces… si actualmente, haces lo que no amas, te aconsejo salir de la zona de confort, porque solo así, con amor y valentía, podrás cumplir todas tus metas…
  
 

miércoles, 5 de febrero de 2014

Las Emociones: La Clave del Éxito

Existen estudios que indican que entre el 75 y el 96% de los casos, el coeficiente intelectual no puede indicar quién triunfará y quién fracasará en el ámbito profesional.

El desempeño de una persona en su carrera pareciera poco tener que ver con la definición de inteligencia que conocíamos. 


¿Por qué razón personas con alto coeficiente intelectual no logran el éxito laboral?

Por su bajo nivel de Inteligencia Emocional.

Según Goleman (1998), el término “inteligencia emocional” se refiere a la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones, en nosotros mismos y en nuestras relaciones. 

Entonces...

 ¿De qué depende el éxito profesional?

Del desarrollo de las cinco aptitudes propuestas por Goleman: autoconocimiento, autorregulación, motivación, empatía y habilidades sociales. En este post te explicaré las dos primeras a partir de la película “Locos de ira” (anger management).

El autocontrol emocional, que es parte de la autorregulación, se refiere a controlar las propias emociones. Implica poder elegir la forma de expresar los sentimientos sin reprimirlos o negarlos. Es el manejo de las emociones y sus impulsos.

En la película, debido a un incidente en un avión, Dave Buznik es sentenciado a terapia para el “control de la ira”. Sin duda, un bajo nivel de autocontrol, fue la razón principal por la cual la jueza lo declaró culpable de agresión física contra una azafata.

Sin embargo, Dave no opinaba lo mismo. Creía que todo había sido un mal entendido y que no era necesario asistir a la terapia grupal. Por esa razón, cuando descubre que el psicólogo, Buddy Rydell, había sido su compañero de vuelo el día del incidente, Dave intenta convencerlo de que firme sus papeles para que lo exima de la terapia. El Dr. pacta con él firmar la documentación siempre y cuando asista, aunque sea, a una sola sesión.

En esa primera terapia grupal, los compañeros de Dave comparten sus distintas historias sobre la ira. Estos ataques de furia tienen su explicación desde las neurociencias.

Estoy segura que si le preguntara a usted ahora mismo ¿Cuándo le conviene “explotar y gritar”?, probablemente me responda, “nunca”. Sin embargo, por más que lo piense y lo piense, muchas veces pareciera no tener control sobre su propio enojo (¿o esto no le ha ocurrido alguna vez?). La culpa de todo la tiene la amígdala (que no es precisamente una de las que está en nuestra garganta) sino que es una parte de nuestro sistema límbico o cerebro emocional.

La parte de nuestro cerebro racional (neocortex) se encarga de comprender, memorizar, decidir, planificar, aprender, entre otros.

¿Cuál es la relación razón-emoción?

Simple. La emoción interfiere con la razón y la razón modifica a la emoción.
 
  • Cuando la emoción interfiere con la razón:

La razón funciona correctamente siempre y cuando… el cerebro esté en calma.

Cuando estamos bajo presión, el cerebro se pone en un estado de alerta denominado “de ataque o huida” (es aquel que le permitía a nuestros antepasados, sobrevivir). En ese estado es susceptible a un “asalto de amígdala”. Esto se da cuando la emoción prevalece sobre la razón.

En la película, Dave sufre un asalto de amígdala cuando reacciona negativamente ante la insistente pregunta de Buddy sobre “¿Quién eres?”. Es por este motivo que el doctor le sugiere incrementar las horas de terapia, a través de la fundamentación de lo que se conoce como distintos tipos de ira incontrolable: la explosiva y la implosiva.

“El explosivo es el tipo que ves intimidando al cajero por no hacer válidos sus cupones. El implosivo es el cajero que permanece callado día tras día hasta que un día asesina a toda la tienda. Tu eres el cajero…” (Le explica el doctor a Dave).

Según Goleman (1998), la implosión emocional tiene varios inconvenientes: a menudo sus víctimas no toman ninguna medida para mejorar su situación. Es el caso de Dave cuando niega necesitar ayuda para mejorar su autocontrol: “No, no, no, no… Yo soy el que se esconde en la sección de comidas congeladas y llama a la policía, lo juro!!!!”

Cuando estallamos de ira, la emoción le gana a la razón. La bienintencionada frase de Desmond Tutu (Premio Nobel de la Paz en 1984) “No levantes la voz, mejora tu argumento” carece de validez en ese momento, ya que es imposible pensar cuando nuestra amígdala se apoderó de la situación. Entonces, al no poder encontrarle razones a nuestra emoción ni a nuestra reacción, nuestra acalorada discusión se torna aún peor...

Las hormonas que segregamos en ese momento permanecen durante horas en el cuerpo y cada incidente posterior añade más hormonas de estrés al nivel ya existente. Es por ello que el Dr. Buddy dice “es difícil hallar los estribos, después de perderlos”, ya que entramos en un círculo vicioso muy difícil de salir.

Una tensión se va sumando a otra y como nuestro cerebro no puede distinguir entre los problemas personales y laborales, terminamos estallando por cualquier pequeño inconveniente en cualquier lugar y con cualquier persona. He aquí la famosa: “gota que rebalsó el vaso”.
 
  • Cuando la razón modifica a la emoción:

Cuando estamos en un “estado de enojo” podríamos intentar distraer nuestros pensamientos, por ejemplo, cambiando nuestra percepción de lo que nos ocurre. (Lea mis post: Dos interpretaciones de la atención y Haz de tu vida una anécdota). Esto funciona solamente en niveles bajos de ira. Cuando la intensidad aumenta, sufrimos de incapacidad cognitiva (no podemos pensar), entonces deberíamos evitar llegar a ese ataque de furia.

El conocido “me sacaste de las casillas” hay que intentar evitarlo, ya que a partir de esa frase uno está haciendo responsable al otro de su reacción. Sirve de excusa, echarle la culpa al otro, pero lo mejor sería que tengamos el control de nuestras propias emociones. Reconocerlas no es tarea sencilla. Muchas veces se encuentran mezcladas y nos confunden. Esto ocurre, por ejemplo, cuando estamos preocupados por algo y terminamos enojándonos con alguien.

La buena noticia es que, se puede aprender a controlar la ira sin necesidad de asistir a la terapia poco convencional que propone la película.

Para ello…

Primero: tenemos que desarrollar el autoconocimiento. Esta aptitud, propuesta por Goleman, implica reconocer las emociones y sus efectos. Dave parece descubrirla al final de la película cuando dice “Yo era un hombre enojado, estaba enojado conmigo mismo…”

Segundo: tendríamos que reflexionar sobre cuáles son las consecuencias que trae esa emoción en nuestros actos y en nuestras relaciones. Existen casos en los que el enojo puede tener un efecto positivo en nuestra motivación (por ejemplo cuando se quiere corregir una injusticia). Pero este resultado es excepcional. En la mayoría de los casos, nuestro enojo nos trae consecuencias desastrosas.

El desafío ahora es tratar de vivir en equilibrio entre la razón y la emoción. Ni sufrir desbordes emocionales ni vivir una vida vacía, llena de nada…

Entonces…

Tratemos de evitar responsabilizar a otros por nuestras emociones

y tomemos las riendas de nuestra propia vida!

 
¿Te animas?

lunes, 20 de enero de 2014

Dos interpretaciones de la Atención

Antes de comenzar con este post, te invito a ver el siguiente video (sólo dura un minuto).

Te desafío a que cuentes la cantidad de pases de los jugadores de blanco.
Es importante que actives los subtítulos haciéndole click al rectángulo que se encuentra al lado del reloj.
 
Si ya lo miraste, analicemos que ocurrió. Probablemente te enfocaste en contar cuántos pases hicieron los jugadores de blanco y no viste al gorila. Si te pidiera ahora que observes durante qué minutos del video el gorila apoya sus puños en su pecho, probablemente perderías la cuenta de los pases. ¿Por qué sucede esto? Por prestar demasiada atención (aunque suene paradójico).

  • La atención limita la realidad:


¿Quién tiene razón?

Los dos y ninguno…

Los dos: porque cada uno prestó atención desde un lugar diferente y por lo tanto sus realidades son distintas. Ninguno: porque ambos tienen una versión simplificada de la realidad ya que al enfocarse en un solo detalle descuidaron el todo.

Como se observa con esa imagen, definir cuál es la verdad es un tanto complejo, ya que la realidad es una pero las percepciones de ella pueden ser infinitas.

Cada uno percibe lo que sucede con sus sentidos prestando más atención a algunos detalles que a otros. Luego, le da sentido a lo percibido (según su sistema de representación) y eso lo convierte en su interpretación de los hechos. Y como dijo Hans-Georg Gadamer (filósofo alemán):

“Una interpretación definitiva parece ser una contradicción en sí misma.”

La interpretación dependerá de las creencias, valores, aprendizajes, experiencias, etc. de cada persona.

En realidad, nadie conoce LA realidad porque pueden existir tantas realidades como personas existan.

¿Sabías que los niños ven delfines en la siguiente imagen? Probablemente sea el conocimiento previo otro factor que provoca las diferencias de percepción.


 
Por si no los ves…
 
  • La atención favorece la concentración y el desempeño:

Prestarle atención a un objeto o a un hecho determinado permite concentrarse en todos sus detalles.

El desempeño en un trabajo o estudio mejora cuando más atención y concentración se le dedica al mismo. Esto es así porque, según la neurociencia, para las actividades que implican un elevado nivel de atención se utiliza el cortex prefrontal. Esta parte del cerebro es secuencial, por lo tanto, no permite realizar en paralelo, tareas que requieran un alto grado de concentración. Esta sería la razón por la cual podemos caminar y masticar chicle pero no leer un libro y escuchar a un profesor.
 
La tecnología es uno de los principales culpables del desvío constante de atención. Cada vez que una persona recibe un mensaje de texto, un WhatsApp o un mail y enfoca su atención en contestarlo, es como si le “pusiera pausa” a la actividad que estaba realizando anteriormente. Pero cuando intenta “ponerle play” (aunque sea un minuto después), no pareciera ser tan sencillo. Probablemente le cueste tiempo y esfuerzo retomar ese trabajo porque ha perdido la concentración que tenía previamente.  
 
Entonces, pensá:
¿Cuántas discusiones podrías ahorrarte si tan solo pudieras aceptar la percepción del otro como SU realidad? ¿Cuánto más eficiente serías si apagaras el celular y cerraras el email cuando trabajas o estudias algo complejo?
 
En conclusión, la atención puede entenderse de dos maneras. Una, como limitante de la percepción de la realidad. La otra, como favorecedora de la concentración y mejoradora del desempeño laboral o el rendimiento académico. Esta es por lo menos mi interpretación de la realidad pero…

 
¿Cuál es la tuya?

viernes, 10 de enero de 2014

Haz de tu vida una anécdota

“ … Mientras que lo que nos ocurrió realmente (fuera lo que fuese…) no se puede cambiar, podemos cambiar su significado presente para nosotros y, por tanto, su efecto en nuestro comportamiento.” O´Connor y Seymour en “Introducción a la PNL”.

Esta frase me inspiró a pensar en cuál es el significado que le atribuimos a los acontecimientos de nuestra vida cotidiana. Por un lado, están quiénes viven para contar sus sufrimientos, como si buscaran el consuelo continuo. Por otro, están quiénes tratan de analizar que aprendieron de la situación para evitar que les vuelva a ocurrir.

Si hubiera que elegir un grupo, sin duda preferiríamos pertenecer al segundo. Sin embargo, existen casos en los que pareciera que estas situaciones son producto de la mala suerte y que poco o nada podemos aprender de ellas. Éstas son las típicas desgracias cotidianas, como por ejemplo: pinchar una rueda del auto, perder el pasaporte cuando se está por viajar al exterior, caerse en un lugar público, quedarse atrapado por el tránsito el día de una importante reunión, etc.

De estos hechos de martes (o viernes) 13, podemos intentar aprender algo (tratar de ser más ordenado sobre el lugar en donde se guarda el pasaporte) o también podemos… convertirlos en una anécdota.

Esa anécdota le puede servir de introducción en su próxima ponencia en un congreso o como historia graciosa en una cena con amigos. ¿Cómo? Dos simples pasos:
  1. Cambie la percepción sobre los hechos: Reviva el recuerdo desde otra perspectiva. Búsquele el lado positivo a esos momentos negativos y trate de añadirle una cuota de humor. Recuerde que el pasado no lo podrá cambiar, pero sí puede modificar su pensamiento sobre él.
  2. Actúe en consecuencia: Trate de relacionar el hecho con su vida personal y profesional. Analice en qué ámbito le servirá contar la anécdota y para qué fin.
  • Si está con amigos, puede contarla como una historia graciosa al estilo: “No saben lo que me pasó ayer…”
  • Si está dando clase, puede utilizarla como ejemplo: “En mi experiencia personal…”
  • Si quiere salir de un momento incómodo, puede usarla como anzuelo para cambiar la conversación: “Hablando de autos, me hiciste acordar…”

¿Un ejemplo más concreto? El mismo día en el que la universidad me aprobó dictar un curso denominado “El Cajero Automático y las Tarjetas de Débito”, se me bloqueó la tarjeta en un cajero. ¿Una triste ironía de la vida o una chistosa anécdota? Preferí utilizar la segunda opción para iniciar con humor mi primer clase del curso.

En palabras de Wayne Dyer (autor de “Tus Zonas Erróneas”):

“Haz que tu cabeza trabaje a favor tuyo y poco a poco adquirirás la costumbre de no molestarte cuando las cosas vayan mal”

Entonces, si usted ha tenido uno o varios “martes (o viernes) 13” o lo está teniendo hoy mismo, recuerde que con solo cambiar la forma de pensar y actuar en consecuencia, puede convertir su última tragedia en su próxima anécdota.

Si te ha gustado mi primer post, compártelo! Si no ha resultado de tu interés y no lo compartes, no te preocupes! En varios años cuando presente mi “decimoquinto libro” en un auditorio lleno de personas y un periodista me pregunte “¿en qué se inspiró para escribir algo así?”, le contaré la anécdota de cuándo escribí mi primer post y mucha gente no lo compartió ;)