viernes, 18 de julio de 2014

El porqué de “Comunicar con Inteligencia”

La comunicación es una habilidad que hemos dejado en un segundo plano en nuestras vidas. Dado que nuestras primeras palabras fueron emitidas hace muchos años y como aprendimos a hablar casi sin darnos cuenta, creemos que la comunicación es algo que ya tenemos simplemente… incorporado. Sin embargo, hoy quisiera que pensemos en que “cualquiera puede aprender a hablar pero pocos aprenden realmente a comunicarse”.
 
Comunicar va mucho más allá de abrir la boca para emitir palabras. Actualmente, tanto en el entorno organizacional como en el educativo, la comunicación ha empezado a tener un papel relevante. Y es que tanto líderes como docentes, se han dado cuenta de que con el solo hecho de hablar, no motivan a un grupo, no enseñan a un alumno, no resuelven conflictos.
 
Niklas Luhmann (sociólogo) y Paulo Freire (pedagogo) critican el paradigma tradicional de la comunicación desde distintas ópticas, pero ambos coinciden en que el emisor no da el mensaje o no transfiere un conocimiento que posee a un receptor, que lo recibe y lo incorpora tal cual como se emitió. Si fuera así de sencillo, los alumnos aprenderían rápidamente lo que el docente explica, los empleados harían las tareas como se las piden sus jefes, las parejas no tendrían malos entendidos, etc. Desde ese mundo ideal a la realidad, hay un gran paso.
 
Comunicar implica transmitir mensajes claros y convincentes en un marco de respeto mutuo y para ello se requiere inteligencia. Y cuando hablamos de inteligencia, no solo nos referimos al coeficiente intelectual sino también a la inteligencia emocional. Es por esto que necesitamos desarrollar algunas de las habilidades que detallo a continuación (la primera y la segunda fueron explicadas en otros  posts)
  1. Comprender las propias emociones y regularlas: ser conscientes y no prisioneros de nuestros estados de ánimo y sentimientos (autoconocimiento y autocontrol).
  2. Percibir e interpretar las emociones de los demás: entender y comprender los sentimientos y perspectivas del otro (empatía y atención).
  3. Dedicar tiempo a la comunicación presencial: a pesar de que las nuevas tecnologías pueden acortar distancias, mantener una conversación cara a cara sigue siendo, en muchos casos, la mejor opción. 
  4. Escuchar activamente: prestar atención a lo que el otro dice no solo con palabras, sino también con el lenguaje no verbal.
  5. Enfrentar conversaciones difíciles: evitarlas o aplazarlas puede traer consecuencias desagradables.
Para mejorar nuestra comunicación, tenemos que ser coherentes con dos de las dimensiones que implica. Por un lado, la intrapersonal, son los diálogos que tenemos con nosotros mismos, nuestros pensamientos, emociones, sentimientos y percepciones. Por otro lado, la interpersonal, son las conversaciones que mantenemos con otros.
Pareciera sencillo ser congruentes en la comunicación pero, ¿Cuántas veces…?
  • nos sentimos de una determinada manera y no sabemos porqué
  • pensamos de una forma y actuamos de otra
  • nos decimos y creemos una frase que nos limita
  • nos dejamos llevar por el impulso al momento de hablar
  • decimos cosas sin pensar
El desafío que tenemos es: ser coherentes entre lo que pensamos, hacemos, sentimos y decimos (tanto a nosotros mismos, como a los demás). 
 
“Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras.
Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos.
Cuida tus actos, porque se convertirán en tus hábitos.
Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino.”
(M. Gandhi)
Por lo tanto…
Piensa antes de hablar
Di lo que sientes con sinceridad
Actúa en función de lo que dices
Escucha a los demás y
Habla solo cuando lo creas necesario.
Entonces…
¿Utilizas tu inteligencia para comunicarte?